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“Un niño de 12 años no está preparado”: ​​por qué miles de padres unen fuerzas para retrasar la llegada del primer teléfono móvil | Tecnología

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“Mientras los niños juegan en el parque hablamos de todo”, recuerda Elisabet García Permanyer, madre de tres niños de 7, 9 y 10 años. “Un tema que preocupa son las pantallas y el haber normalizado que el niño tendrá celular cuando Llega a 1º de la ESO (12 años)”, añade. García Permanyer creó un grupo de WhatsApp a finales de septiembre porque “las noticias que estoy recibiendo son aterradoras; problemas de adicción, salud mental, anorexia, suicidio”. Quería compartirlos con más padres.

Tituló el chat con el nombre de su barrio y un lema: “Poblenou_adolescència teléfono móvil”. Apenas un mes después, el grupo ha reventado alcanzando el límite de WhatsApp de 1.024 participantes. No son sólo del barrio, hay gente de toda Barcelona. Detrás de este movimiento hay dos objetivos superpuestos: retirar los móviles de los institutos de barrio y conseguir que más familias no compren automáticamente un móvil con Internet para sus hijos nada más cumplir 12 años y empezar el bachillerato.

Este miércoles organizaron su primer encuentro presencial. Éramos unas 30 personas y “trazamos una hoja de ruta con propuestas y comisiones de trabajo”, detalla Xavier Casanovas, uno de los padres asistentes. También deberán decidir si multiplican los chats por cada distrito de Barcelona.

Una gran canción»

“No me lo esperaba, ni he provocado nada, ni he buscado contactos”, afirma García Permanyer. “Se ha ido solo. Solo tuve la iniciativa de unirme entre mi grupo. Cuando vi que subía tan exponencialmente, vi que era una gran canción”, añade. La coordinadora de las asociaciones de familias de 15 colegios del barrio de Gràcia (Barcelona) lanzó hace una semana un formulario para padres titulado Menores y uso del móvil y redes sociales. Este miércoles ya contaba con 901 respuestas. Los organizadores han compartido con EL PAÍS el resultado provisional de una pregunta: “Hay grupos de familias que proponen que los adolescentes no tengan smartphone hasta los 16 años, como recomienda la Unión Europea. ¿Qué tal?». Más del 70% respondió favorablemente. Sólo el 10% cree que 16 años es “demasiado tarde”.

Detrás de esta iniciativa está Marta Hernández, madre de un colegio del mismo barrio. Vio que el año pasado un modelo similar había funcionado en una escuela charter de Barcelona. “Allí el 99% dijo que no quería darles un celular a sus hijos o que si lo hacían era por presión social. Ahora lo están haciendo primero sin celular”, dice Hernández sobre esa escuela. Su objetivo es conseguir lo mismo en Gràcia y, por qué no, en Barcelona. “El problema es el acceso a las redes sociales. No están lo suficientemente maduros. WhatsApp es por 16 años. ¿Qué hacemos dándole WhatsApp a un niño de 12 años? Aunque no lo utilicen en el colegio, lo siguen haciendo más tarde en casa. acoso cibernético. Seamos conscientes familias y no demos un arma que no daríamos si fuera tabaco o alcohol. No está regularizado y lo tratamos como si nada. Llegará un día en que no se dará por el mal que hace. No es prohibir, no es dar”, afirma Hernández.

Al margen de estas dos iniciativas, hay más asociaciones familiares que intentan agruparse en otros municipios. Además de otros barrios de Barcelona como Sarrià o Eixample, en Cataluña hay grupos similares en Sant Cugat, Cardedeu, Sabadell y Girona. El debate ha acabado extendiéndose a chats de madres y padres de toda España. “Empezamos con un grupo de WhatsApp en el colegio”, cuenta Jaume Bombardó, de Sant Cugat. “Luego fuimos más allá, a nivel local. Todo surge de forma espontánea y hemos visto que la preocupación es general”, añade.

Los pioneros vascos

Todos estos casos catalanes han surgido en 2023. Pero en Gipuzkoa hay pioneros. En la ciudad de Tolosa, de 20.000 habitantes, llevan dos años organizándose para “reflexionar sobre el uso de las pantallas, no sólo del móvil, y con ello intentar retrasar la era del uso del móvil”, afirma Orkatz Goenaga, uno de los promotores. Y no son los primeros: les adelantaron al menos en Zarautz y Usurbil, y el impacto mediático ha provocado más grupos en Bizkaia. ¿Han tenido éxito en estos dos años? “No hemos cuantificado resultados, pero sí vemos que antes nadie de primero de la ESO venía a Navidad sin móvil y ahora acaban primeros y todavía hay niños sin móvil. Ya no es el extraño”, dice Goenaga.

Esa preocupación en el País Vasco nació del miedo a la salud mental y los problemas de aprendizaje. El origen de esta segunda ola en Cataluña surge de “las noticias”: los chats se crearon sobre todo para compartir información preocupante. “De repente ha habido una serie de noticias que han generado cierto escándalo”, explica Xavier Casanovas sobre los posibles motivos de este movimiento. “La presencia además de las redes es cada vez mayor. Hay un efecto pospandemia, lo digital entró con mucha fuerza y ​​ahora que salimos y volvemos a cierta normalidad hay cierto rechazo. Y luego agrega que hay más evidencia científica del daño que hacen las pantallas en ciertas edades, las adicciones que se dan entre los adolescentes con el celular y las redes, la presión social por la imagen”, agrega.

En al menos tres conversaciones de EL PAÍS con padres organizadores ha salido a relucir el nombre de Francisco Villar, psicólogo clínico experto en suicidio: “Me puse en contacto con Francisco Villar, y vino al colegio a dar una charla. Vinieron más de 40 personas. Ahí empezó todo”, afirma Marta Hernández, quien afirma que unas 10 familias del colegio no han entregado sus móviles a sus hijos de 6º de primaria por esa charla. “Es un extremista, pero hace reaccionar a la gente. Tengo muy claro que hay más visiones, pero hay mucha gente que cree lo que dice”, añade.

Villar publicó un artículo en este periódico hace una semana: Los teléfonos móviles deben estar prohibidos hasta los 16 años, se tituló. Este psicólogo ha sido entrevistado decenas de veces en los medios y este martes publicó un libro titulado Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos. La principal prueba que aporta para solicitar la prohibición es que en las urgencias de su hospital han «pasado de tratar 250 episodios de conducta suicida (ideaciones, amenazas, gestos e intentos) en 2014 a 1.000 episodios en 2022». ¿Cuál es la “causa oculta” de este aumento? “Que las pantallas los priven de herramientas” para hacer del mundo un lugar más habitable, escribe.

¿Es tan grave?

La llegada de una nueva tecnología con impacto como lo es Internet, los teléfonos móviles y las redes representa un desafío. Aún no existe una generación adulta criada con teléfonos móviles desde la infancia. “La poca tecnología que me enseñaron cuando estudiaba en el colegio ya no la uso. ¿Me va mal tecnológicamente? ¿Soy un analfabeto tecnológico? No. Lo que se les enseñará y lo que luego utilizarán no tienen nada que ver entre sí. Por otro lado, hay una parte de valores, de ética, de saber ser, que te acompañará durante toda la vida”, afirma Bombardó.

¿Existe evidencia de que los teléfonos celulares son un riesgo para los jóvenes? «Las preocupaciones sobre el impacto de las redes en la salud mental, el alcance del ciberbullying, el fácil acceso a contenidos explícitos, los chats incontrolados y los casos de abuso de adultos están respaldados por investigaciones, incidentes reales y acciones legales», afirma. Leen d’Haenens, profesora de la Universidad de Lovaina (Bélgica). La preocupación de los padres de adolescentes es comprensible. ¿Cómo van a comprar un dispositivo para sus hijos que implica exposición a riesgos potenciales graves, es una tecnología muy nueva y cuando eran pequeños no existía? ¿No es mejor retrasar esta bomba de tiempo? Pero no está claro que así sea. Algunos estudios centrados en las consecuencias del uso del teléfono móvil en los jóvenes ven más riesgos que ventajas en simplemente retrasar la edad de adopción del dispositivo. “Cuando veo estas cosas me pregunto por qué llevo 15 años aquí investigando”, afirma Gemma Martínez, investigadora del grupo europeo EUKids Online de la Universidad del País Vasco.

“Me preocupa de dónde viene este pánico”, añade Martínez, que también ha detectado esta ola centrada en los riesgos y no en las oportunidades. Teme que esto perjudique aún más a los niños españoles: “El nivel de habilidades digitales de los menores españoles deja mucho que desear respecto al resto de niños europeos. No puedes convencer a tu vecino de que no le dé un celular a su hijo basándose en el discurso del miedo, es muy peligroso. Es un paso atrás, me desanima”, añade.

El discurso de Martínez, lleno de matices y complejidad, no encaja bien con la claridad de quien pide prohibir el móvil hasta los 16 años. Martínez aboga, por ejemplo, por introducir dispositivos comunes en las aulas (pero no personales), liberando a los padres de una responsabilidad que no es sólo suyo, insistiendo en que la alfabetización digital crítica es básica desde pequeños y que ocultar el dispositivo no es una solución. Pero restringirlo es quizás una solución más sencilla.

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