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Desafíos actuales que enfrentan los sistemas educativos en todo el mundo según McKinsey & Company

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En su más reciente informe “Spark & ​​Sustain: Cómo todos los sistemas escolares del mundo pueden mejorar el aprendizaje a escala”, la firma McKinsey & Company realizó un análisis de los desafíos que enfrentan actualmente los diferentes sistemas educativos a nivel mundial, donde sugiere cómo pueden mejorar el aprendizaje a escala, ya que hoy más que nunca es esencial elevar la calidad y la equidad de los sistemas educativos en todo el mundo. Dada la constante evolución, se espera que la automatización intensifique la demanda de trabajadores altamente calificados, lo que implica una mayor necesidad de habilidades tecnológicas, socioemocionales y cognitivas.

Para comprender cómo los sistemas educativos de todo el mundo pueden reanudar el crecimiento y recuperarse del daño causado por el COVID-19, McKinsey realizó una investigación sobre los sistemas educativos; analizar datos globales; y entrevistar a más de 200 líderes del sistema educativo, donantes, filántropos, líderes de organizaciones sin fines de lucro, académicos y consultores educativos.

De los 73 países con datos analizados durante la última década, sólo 23 mostraron mejoras significativas y consistentes en los resultados de los estudiantes. En 17 sistemas se observó una caída en el desempeño equivalente a medio año de aprendizaje o más. Destaca que incluso en los países de alto desempeño existen desigualdades correlacionadas con el nivel socioeconómico.

“El auge de la IA generativa está acelerando las transiciones en la fuerza laboral. Además de preparar a los estudiantes para el mundo laboral, los sistemas educativos pueden involucrarse cada vez más en la solución de problemas sociales más amplios, desde los crecientes desafíos de salud mental entre los jóvenes hasta la polarización política, pasando por la respuesta al cambio climático”, explicó Antonio Novas, socio y gerente territorial de Mckinsey & Company en República Dominicana.

Actualmente, los niveles de escolaridad han alcanzado un máximo histórico, pero muchos estudiantes aún no pueden dominar las habilidades básicas. Según el Banco Mundial, siete de cada diez estudiantes en países de ingresos bajos y medios viven en “pobreza educativa”. Esto significa que la mayoría de los niños del mundo pertenecen a sistemas académicos en los que no aprenderán a leer después de completar su educación básica.

La pandemia de COVID-19 ha borrado años de mejoras educativas, ampliando las brechas de equidad entre países. Los estudiantes perdieron en promedio el equivalente a ocho meses de instrucción académica, y millones de niños enfrentarán dificultades educativas en el futuro si no se toman medidas.

Al mismo tiempo, el cambio hacia el trabajo remoto y el comercio electrónico ha acelerado los cambios en el mundo del trabajo, generando un efecto tijera en el que las pérdidas de aprendizaje chocan con la creciente demanda de habilidades de orden superior.

“La población mundial está creciendo más rápidamente en las regiones más atrasadas en términos de aprendizaje. Si no hacemos nada, las implicaciones para el crecimiento económico global y la estabilidad política serán enormes. La buena noticia es que este futuro pesimista es evitable. Si todos los sistemas lograran mejorar los resultados de sus estudiantes al mismo ritmo que los sistemas más eficaces, 350 millones de estudiantes podrían salir de la pobreza educativa en los próximos 30 años”, afirma Novas.

A nivel latinoamericano, la situación educativa es variada y compleja, con diferentes países enfrentando desafíos únicos y compartidos. Ejemplos notables incluyen las estrategias implementadas en Perú y Brasil.

En el caso de Perú, cuando Jaime Saavedra asumió como Ministro de Educación, lideró una reconstrucción del equipo directivo del ministerio, atrayendo talento de diversos sectores, incluido el financiero. Saavedra implementó cambios significativos, pasando de la escuela secundaria de jornada parcial a la de jornada completa, ampliando rápidamente el programa desde las 1.000 escuelas iniciales. Los líderes peruanos mejoraron iterativamente el modelo a medida que avanzaban en el proceso, siguiendo un ciclo de diseño, implementación, seguimiento, evaluación, aprendizaje y rediseño.

En Brasil, específicamente en Ceará, los departamentos municipales de educación fueron autorizados a colaborar con los docentes para implementar lecciones escritas. Además, en las ciudades con escuelas más desafiantes, el estado lideró un viaje largo y sostenible para mejorar la calidad de los líderes educativos municipales, capacitándolos para apoyar mejor a los maestros y las escuelas. Una estrategia innovadora fue la adopción de un sistema en el que las 150 escuelas de mayor rendimiento del estado se asociaban con las 150 escuelas de menor rendimiento; Si la escuela de bajo rendimiento mejoraba, ambas escuelas del par eran recompensadas económicamente.

A pesar de los desafíos en la región, existen oportunidades para implementar políticas y prácticas innovadoras que impulsen mejoras en la educación. Para contrarrestar estas futuras amenazas sociales, la clave está en implementar estrategias de refuerzo que generen un ciclo positivo para lograr mejoras trascendentales y firmes en el proceso de aprendizaje.

Los sistemas exitosos se basan en evidencia, establecen una coalición duradera para el cambio, desarrollan la capacidad de ejecución a escala y se ajustan constantemente utilizando datos. Estos sistemas no solo mejoran los resultados académicos, sino que también fomentan el liderazgo e involucran genuinamente a los educadores y las familias como parte del proceso, generando un compromiso real desde el inicio hasta la implementación.

Lecciones

Para aplicar estas lecciones al contexto latinoamericano, es fundamental partir desde el aula, adaptando las intervenciones de acuerdo al nivel actual de desempeño de los estudiantes y considerando los recursos disponibles. La continuidad de las políticas educativas es crucial, construyendo un banco de talento sólido que trascienda los cambios políticos. Además, la medición rigurosa de los resultados y la adaptación de las intervenciones utilizando datos transparentes garantizarán una mejora continua y sostenible.

El avance educativo en América Latina se puede lograr mediante la implementación de estrategias respaldadas por evidencia, una dirección de liderazgo sostenida y una participación comunitaria genuina. Aplicando estas lecciones de sistemas educativos exitosos a las circunstancias particulares de cada comunidad, se pueden obtener mejoras notables en el proceso de aprendizaje. Este enfoque garantizará un futuro educativo más alentador para las generaciones futuras de la región.





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